El presidente de la república Andrés Manuel López Obrador sigue bateando los escándalos de corrupción que involucran a sus hijos y funcionarios públicos de su gobierno. El último es del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado donde se evidenciaron pagos ilegales por liquidaciones, cartera vencida en préstamos y un seguro de vida indebido. El mandatario está convencido con que, acusando persecución y dejando que el tiempo pase, la situación se va a calmar, pero los hechos muestran su falta de voluntad para tomar medidas en cada caso reforzando al mismo tiempo lo contradictorio de su discurso de combate a la corrupción, austeridad republicana, alejarse del lujo y primero los pobres.
Lo que se tiene que hacer es ordenar una investigación, suspender del cargo temporalmente a los presuntos culpables y garantizar la aplicación de la ley. La corrupción existe porque hay impunidad. Sin sanciones o castigos para los infractores se seguirán rompiendo las reglas e incitando a otros a que las rompan. La corrupción no se justifica ni se defiende por conveniencia o se omite. La corrupción se persigue y castiga al costo que sea.
