Este fin de semana dio inicio la cuenta regresiva para los festejos navideños lo que se presta para voltear a ver a los pobres y ser empáticos con ellos regalándoles dinero, comida, cobijas, ropa, juguetes y otros obsequios, de manera directa o a través de terceros, como son organizaciones no gubernamentales. Estos hechos se acompañan de campañas de caridad y donación y una atmósfera de sentimientos de generosidad y solidaridad. El mes de diciembre invita también a reflexionar sobre el año que finaliza, lo que puede llevar a considerar el bienestar propio con el de los demás. Pero, el aumento en la conciencia y el deseo de ayudar no desaparecen con el espíritu navideño; la pobreza sigue siendo un problema complejo que requiere soluciones estructurales.
En el país hay 46.8 millones de personas pobres, de las cuales 37.7 millones enfrentan pobreza moderada y los 9.1 millones restantes enfrentan pobreza extrema, de acuerdo con cifras de la Medición de Pobreza 2022 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Por eso debemos aprender a ver a las personas en situación de pobreza como seres humanos con dignidad y valor y no solo como destinatarios de caridad y más en estas fechas.
La caridad auténtica se dice que proviene de la sinceridad, el desinterés y el compromiso genuino hacia el bienestar de los otros. Sin buscar beneficios personales ni reconocimiento. Está motivada por principios éticos o espirituales que promueven el amor al prójimo y la justicia social. Se requieren acciones que busquen conectar con las necesidades reales de quienes enfrentan la pobreza haciendo que la Navidad sea más significativa para todos.