
A pesar de las protestas China celebró de nuevo su polémico festival de carne de perro en la ciudad meridional de Yulin.
En medio de un fuerte dispositivo policiaco esta edición se caracterizó por la omisión de la palabra “perro” en los carteles de los puestos donde se vende este tipo de carne y en los restaurantes.
Los participantes del festival mostraron su desacuerdo por la presencia de periodistas y defensores de los animales, al tiempo que señalaban tienen derecho a celebrar esta tradición.
Algunos activistas compraron algunos perros en 500 y 700 yuanes (de 76 a 106 dólares) para poder dejarlos libres.
Durante el Festival son sacrificados entre 2,000 y 4,000 perros, generalmente apaleados con barras de metal.