Frenar progresión de párkinson y abatir severidad discapacitante, objetivo de tratamientos, afirma Issste

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Tratamientos farmacológicos avanzados para la enfermedad de Párkinson (EP) en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) logran reducir la velocidad de su progresión y abatir severidad discapacitante en los pacientes, que en su mayoría son mayores de 60 años, ya que ser adulta o adulto mayor es uno de los principales factores de riesgo, informó el director general, Pedro Zenteno Santaella.

Se caracteriza por pérdida de neuronas productoras de dopamina, neurotransmisor que genera el movimiento (Foto: Especial).

En el marco del Día Mundial del Párkinson, destacó que este padecimiento es la tercera causa de enfermedad neurológica degenerativa en el mundo, después del alzhéimer y la epilepsia; ocupa el cuarto lugar como motivo de consulta en servicios de neurología del instituto.

Refirió que la Clínica de Neuropsiquiatría es modelo en el tratamiento integral multidisciplinario de esta enfermedad; participan especialistas en neurología, psiquiatría, psicología, rehabilitación física y nutrición.

Por su parte, la neuróloga certificada de este nosocomio, Cecilia María Acosta Murillo, señaló que esta clínica del Issste cuenta con un grupo de autoayuda para pacientes con EP y sus familiares cuidadores, a quienes un grupo de profesionales brinda orientación y apoyo en su autocuidado, para lograr un mejor control de la enfermedad, preservación de la movilidad y calidad de vida.

Precisó que en México se estima que aproximadamente 50 personas por cada 100 mil habitantes son propensas a padecer párkinson, padecimiento que afecta la movilidad corporal, provoca temblor, rigidez de brazos y piernas, lentitud de movimiento y altera el equilibrio.

Además, suele provocar depresión y trastornos del sueño, por lo que su tratamiento integral es muy importante para preservar la habilidad motora y la capacidad funcional, lo cual impacta en mejor calidad de vida para los pacientes.

Afirmó que se trata de una enfermedad crónica, irreversible y progresiva. Aunque los tratamientos farmacológicos no pueden evitar la progresión, si pueden desacelerar el proceso y retrasarlo, puntualizó.

La EP se caracteriza por la deficiencia de una sustancia química denominada dopamina que produce un tipo de neuronas. “En ausencia de este neurotransmisor −importante para generar el movimiento− existen medicamentos que sustituyen a esta sustancia como la levodopa, uno de nuestros pilares de tratamiento en el Issste”, detalló la especialista.

También, indicó: “Contamos con novedosos tratamientos moleculares como los agonistas dopaminérgicos, grupo de medicamentos que estimula los receptores donde actúa la dopamina. Tal es el caso de las moléculas pramipexol y rotigotina, que prescritos adecuadamente dan buenos resultados”.

Por otro lado, subrayó que “el párkinson también puede afectar la salud mental, ya que llega a provocar trastornos del sueño y depresión. Por ello, es determinante la atención multidisciplinaria personalizada que integre el tratamiento farmacológico para el control de la enfermedad, terapia de rehabilitación funcional y tratamiento psiquiátrico o psicológico cuando los pacientes lo ameriten”.

Contar con un buen esquema de tratamientos avanzados es muy bueno. Sin embargo, es muy importante sensibilizar a los pacientes en que la severidad de los síntomas y la respuesta al manejo terapéutico mejoran si hacen ejercicio, llevan una dieta saludable, se mantienen en el peso recomendado para su edad y sexo y si se disciplinan en el hábito puntual a sus tratamientos y terapias, concluyó.

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