¿Qué hacen algunas estudiantes de secundaria en los ratos libres que les dan en la escuela? Si las seguimos, obtendremos como respuesta que se esconden para fumar. Y lugares les sobran.
Acuden a los baños, los pasillos, las zonas arboladas, los alrededores de la tiendita o cafetería y los límites entre su escuela y la vía pública.
En esos sitios discuten además porque alguna de ellas se tarda en sacar el encendedor o porque otra no logra prender su cigarro. Luego fuman a bocanadas.
Si se ven mal o el daño que el cigarro les producirá a largo plazo parece no importarles.
Si lo hacen por presión social de los amigos, rebeldía, baja autoestima o ganas de experimentar, tampoco les importa.
Saben lo que hacen, pero su convicción es fumar, como el millón y medio de fumadores de México que no rebasan los 18 años. Y fumar a escondidas, sin amenazas.