En 1990 dos investigadores comenzaron a analizar por qué los tiburones son tan resistentes a las infecciones. Descubrieron que el responsable es un compuesto llamado escualamina, ahora han descubierto un nuevo uso aún mejor para este potente antibacteriano: parar el Parkinson.
La idea de usarla contra el Parkinson ha surgido precisamente después de constatar una mejoría en la enfermedad en los pacientes a los que se estaba administrando escualamina para otros síntomas.
El nuevo estudio es un trabajo conjunto entre investigadores de la Universidad de Cambridge y del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza. Lo que ha descubierto es que la escualamina también impide que las toxinas conocidas como cuerpos de Lewy, causantes del Parkinson, se fijen en el cerebro. La sustancia no solo impide que se formen toxinas, sino que reduce su peligrosidad.
El problema, hasta ahora, es que el Parkinson aún es un gran desconocido en lo concerniente a su funcionamiento a nivel molecular. Los científicos no han logrado determinar cómo llega la escualamina al cerebro y cómo combate exactamente los cuerpos de Lewy. Tan solo han comprobado que lo hace. El siguiente paso antes de convertir esta sustancia del tiburón en un tratamiento final es aislar la molécula exacta que hace que funcione para tratar de replicarla y potenciarla en laboratorio.
La enfermedad de Parkinson es la segunda patología neurodegenerativa más común en el mundo. Afecta o afectará a una de cada mil personas. Con el progresivo envejecimiento de la población, remedios como el de la escualamina serán más necesarios que nunca.