Uno de los temas que tenemos que hacer visibles como sociedad es la agresión que sufren los hombres a manos de las mujeres. Se abusa emocional, física y sexualmente de ellos, además de celarlos, hostigarlos y amenazarlos. También se les tiene bajo control. En casos concretos se registran ataques con cuchillos, tijeras y cualquier otro objeto a la vista; se les muerde, araña y empuja. Son mujeres con dificultades para manejar sus impulsos y emociones, con baja autoestima que, al maltratar a su pareja se sienten superiores. Sufrieron episodios de violencia en su infancia y tienden a replicarlos.
Estas mujeres son proclives al desprestigio, al insulto, la ofensa, el menosprecio y el chisme en torno a su pareja; le impiden ir a donde quiera, con quien quiera y cuando quiera; le ponen trabas para que vea a sus familiares; cuestionan su apariencia física y les dicen que sin ellas no serían nada.
Lo preocupante es que, ante las expresiones de violencia de las mujeres, los hombres se callan y no denuncian porque les da vergüenza, porque temen que las autoridades no les crean y en el caso ser homosexuales les asusta hacer pública su identidad sexual.
El maltrato a los hombres es violencia doméstica y ésta se sanciona. Como sociedad empecemos a dejar de reírnos de la violencia que sufre el hombre de la mujer, o justificar el problema pues solo lo agrava. Tenemos que apoyar a quienes se atrevan a denunciar.
