Homicidios: erosión constante

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El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, repite constantemente que la violencia no se resuelve con más violencia.

Y tiene razón. Para detener una cadena de la violencia alguien tiene que tomar la decisión de no responder de forma agresiva y con aspereza. Todo bien hasta aquí hipóteticamente hablando.

Sí, nomás que el Estado mexicano tiene el monopolio de la violencia legítima, aquella que se ejerce cuando se trata de salvaguardar la paz, la integridad y tranquilidad de la sociedad y defenderla de situaciones de perturbación grave de la concordia o en aquellas que la pongan en peligro. Ejercer la fuerza del Estado para imponer el orden resulta ser una de las elementales funciones gubernamentales.

Tal vez por eso hasta ahora, la tésis del presidente López Obrador no ha dado frutos suficientes. No del todo, pero el Estado omite el cumplimiento cabal de esta oliglación con todos los mexicanos —chairos y fifís—.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía dio a conocer esta semana que en 2021 ocurrieron 35 mil 625 homicidios. En 2020, el número de homicidios ascendió a 36 mil 773. Hubo una disminución en las cifras de asesinatos equivalente al 3.12 por ciento. Puesto en cifras, mil 148 asesinatos menos en un año.

El gobierno federal desde luego celebra que haya un descenso en el número de homicidios. Aunque en términos proporcionales se trata de una cifra muy pequeña. Y si se le compara con los últimos dos años, la violencia no cede: en 2019 la cifra de asesinats fue de 36 mil 661. Y en 2018, el último año del gobierno de Enrique Peña Nieto, hubo 36 mil 685 homicidios.

Cualquiera que sepa hacer sumas y restas puede darse cuenta de que la violencia criminal prevalece. Que los números son semejantes. Por lo tanto, los de “abrazos no balazos” no tiene respuesta en el sentido que esperaría el presidente de la república. Lo de “la violencia no se resuelve con más violencia” no ha dado suficientes resultados.

Si nos remontamos en el tiempo, en el último año de la administración de Vicente Fox —2006— el número de homicidios en México fue de 10 mil 452. Tres veces menos que en la actualidad. Aunque no todo es responsabilidad de López Obrador, pues en los sexenios de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto las tasas de asesinatos se dispararon de forma exorbitante. En el sexenio calderonista comenzó la espiral de violencia imparable que sufrimos hoy.

Eso sí, a cada quien su responsabilidad. La de este gobierno no es juzgar o culpar a sus antecesores. Vamos a la mitad del sexenio, con cifras de asesinatos que presagian que será el periodo más violento de la historia contemporánea. En lo que va de este sexenio se han dado las cifras más altas de asesinatos de los últimos 30 años. De ese tamaño es la cosa.

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