Identifican relación entre falta de sueño y aumento de peso

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comer de noche
La privación del sueño aumenta los niveles de una señal que puede incrementar la parte más hedónica de la alimentación.

Las interrupciones del sueño durante la noche suelen conllevar, además de un mayor cansancio diurno, un aumento de peso. Y no solo por las visitas nocturnas a la cocina para ‘saquear’ la nevera. De hecho, y según muestra un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chicago y publicado en la revista Sleep, la falta de sueño promueve la liberación de las señales químicas que aumentan el placer que sentimos cuando comemos, especialmente dulces y grasas.

 

Como explica Erin Hanlon, directora del estudio, “nuestros resultados muestran que la privación del sueño aumenta los niveles de una señal que puede incrementar la parte más hedónica de la alimentación, esto es, el placer y la satisfacción que sentimos cunado comemos. Concretamente, la privación del sueño parece aumentar el sistema endocannabinoide, lo que incrementa nuestro deseo de comer”.

 

Concretamente, esta señal es el endocannabinoide 2-araquidonilglicerol (2-AG), cuyos niveles en sangre se mantienen bajos durante la noche y aumentan ligeramente durante el día hasta alcanzar su pico máximo sobre el mediodía.

 

 

El objetivo del estudio fue evaluar el papel del sistema endocannabinoide en la relación entre la privación del sueño y la ganancia de peso. Y para ello, contaron con 14 voluntarios sanos que, en su segunda década de vida, se sometieron a dos patrones de sueño diferentes: cuatro días de sueño ‘normal’ en los que durmieron una media de 7.5 horas; y cuatro días de privación de sueño, en el que el tiempo promedio de sueño fue de solo 4.2 horas.

 

Todos los participantes disfrutaron de las mismas comidas y a las mismas horas del día –a las 9 de la mañana y a las 2 y las 7 de la tarde–, y los autores analizaron sus niveles sanguíneos de ghrelina –la hormona que aumenta el apetito– y de leptina –la hormona que se secreta cuando el apetito ya se ha saciado–.

 

Sin embargo, los niveles de 2-AG fueron hasta 33% más elevados en la fase de privación del sueño. Además, su incremento no se produjo al llegar el mediodía, sino unos 90 minutos más tarde –sobre las 14:00 horas–, y se mantuvieron elevados hasta las 21:00 horas. El resultado es que, como reconocieron los propios participantes, la sensación de hambre fue mayor, muy especialmente tras su segunda comida –a las 14:00 horas, esto es, cuando los niveles de 2-AG en sangre son mayores.

 

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