México mantiene estabilidad macroeconómica con inflación controlada, aunque la confianza empresarial se ve limitada por la incertidumbre regulatoria y política. Para 2025, las expectativas son de apenas 0.4 por ciento de crecimiento y 3.97 por ciento de inflación, según Banxico. El Paquete Económico 2026 proyecta una ligera recuperación con un rango de 1.8 a 2.8 por ciento de crecimiento y 3.0 por ciento de inflación.

El entorno político seguirá siendo incierto, con amagos arancelarios y disputas sectoriales. El agro mexicano compite cada ciclo exportador y cada cadena que cumple auditorías lo demuestra; el reto es profundizar esta normalidad competitiva. La nueva geopolítica no ofrece certidumbre, pero premia la confiabilidad. México debe integrar su agro a Norteamérica con valor agregado, productividad hídrica, sanidad impecable y logística confiable.
El Presupuesto de Egresos 2025 asciende a 9.1 billones, pero alrededor del 70 por ciento se destina a gasto corriente, participaciones y pensiones; el margen real de inversión es de 25 por ciento, limitando infraestructura, innovación y estímulos productivos. Para 2026, el gasto neto crecerá a 10.19 billones de pesos. Energía prácticamente duplica recursos, Agricultura y Desarrollo Rural aumenta 0.9 por ciento y CONAGUA retrocede 1.16 por ciento.
La concentración territorial agrava los contrastes: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco y Nuevo León generan 40 por ciento del PIB, mientras las demás entidades operan con menor inversión. El agro enfrenta fricciones globales: aranceles al tomate, frutas y hortalizas, cierres sanitarios al ganado y restricciones a exportaciones de aguacate, maíz transgénico y glifosato.
La dinámica del comercio global prioriza seguridad, energía, alimentos y tecnología. México puede consolidar un portafolio agropecuario competitivo y confiable, aprovechando su cercanía con Estados Unidos y Canadá. El agua sigue siendo la variable crítica: sin políticas que la aseguren, no hay agro ni mercado posible.