La condena de 17 años de cárcel en el estado de México a un denominado influencer por golpear a una mujer debe servir para analizar la violencia contra las féminas. Y partimos de que la historia refiere que las mujeres han sido tratadas como inferiores a los hombres por lo que la agresión física es una herramienta utilizada para someterlas y mantener una posición de dominio.
Así pues, el hombre reacciona con gritos, empujones, golpes, patadas y demás porque siente que la mujer lo desafía, como una amenaza a su autoridad o al control que cree que debe mantener. Luego se añade que muchos hombres tienen dificultades emocionales o psicológicas, como trastornos de personalidad o problemas de manejo de la ira, que influyen en sus reacciones durante las discusiones. Si un hombre no ha aprendido formas efectivas de negociar sin recurrir a la violencia, puede acabar usando la agresión como un medio para «ganar» la discusión o para «dominar» la situación.
Pero la violencia contra la mujer no se justifica; nadie tiene derecho a imponer su poder sobre otro ser humano mediante el uso de la fuerza. Y la violencia es una elección, no una respuesta inevitable ante la tensión o el conflicto. Los hombres deben aprender a rechazar la cultura patriarcal, y respetar a la mujer. La sanción impuesta al influencer deja claro lo que no se debe hacer.