Inseguridad

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No voy a decir que la inseguridad ha vuelto a mostrar su rostro más terrible con el secuestro y asesinato de la española María Villar Galaz, sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, cuyo cadáver fue localizado en Santiago Tianguistenco, en el estado de México.

Y no lo digo porque aunque se trata de un caso de la más amplia relevancia —eso sí—, la inseguridad ha estado ahí, cebándose en mucha gente cuyo pecado es trabajar y tener unos centavos.

La víctima fue secuestrada en la ciudad de México, en la zona de Santa Fe y su cadáver fue encontrado en el valle de Toluca.

La zona en donde ocurrió el delito que le ha costado la vida a María Villar Galaz, es concurridísima por habitantes del estado de México y de la Ciudad de México. Las conexiones entre ambas zonas habitualmente cuentan con abundante vigilancia policiaca —si se trata de días de Doble No Circula hay más policías que autos—, pero carece de la colaboración entre gobiernos que evitaría que la comisión de un delito en una entidad pudiera terminar en la otra con una alta dosis de impunidad.

La alarma entre la gente común y corriente crece, la ansiedad también. Casos como este sólo abonan a una sensación de mayor inseguridad, sin que ninguna medida gubernamental —con programas que parece que lo que hacen es “administrar” y no resolver— lo revierta.

Es el gran pendiente. Desde hace mucho tiempo.

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