En el estado de México continúan registrándose asaltos a usuarios de cajeros automáticos y a quienes realizan retiros mayores de efectivo, una vez que salen del banco.
La culpa se le ha echado hasta ahora a la inseguridad pública y en consecuencia, a las autoridades policiacas. ¿Y los banqueros qué?
¿Quién los ha escuchado ofrecer una disculpa a las víctimas, algunas ya muertas, o anunciar medidas adicionales de vigilancia dentro, incluyendo su personal, y al exterior de las instalaciones?
¿Por qué no comprometerse con la seguridad del cliente? Lo fácil es lo que han hecho: poner video cámaras, uno o dos guardias de seguridad privada en horario de oficina y recomendarle al cliente medidas de autocuidado.
Los asaltos a usuarios se presentan una vez al día, según las estadísticas oficiales. Los bancos tienen la obligación de adquirir tecnología de videovigilancia que optimice los tiempos de llegada de los policías y la identificación de los delincuentes. Y los clientes tenemos derecho a exigirlo.
