Si en tus propósitos del nuevo año está navegar menos en internet y redes sociales, es un acierto de tu parte. Hoy se menciona especialmente el problema de salud denominado fatiga visual que se suele identificar con sensación de cansancio visual, dificultad para enfocar, irritación ocular, sequedad o lagrimeo, mayor sensibilidad a la luz y aumento en el parpadeo.
Esto tiene que ver desde luego con el uso prologado de pantallas como computadoras fijas, tabletas y teléfonos celulares.
La fatiga visual no está considerada como una enfermedad, sino más bien un trastorno funcional; los síntomas pueden variar entre individuos, pero las consecuencias son el desarrollo de problemas oculares más serios a largo plazo.
Detengámonos a pensar por un momento para analizar cuánto tiempo consultamos o pasamos viendo pantallas y nos sorprenderá. Un hecho es que, en el contexto laboral, el uso prolongado de dispositivos digitales es común y un factor que contribuye es la iluminación inadecuada. Nos afecta la luz azul de los dispositivos que, según la ciencia, tiene una alta energía que puede penetrar profundamente en el ojo y afectar las células fotorreceptoras.
Necesitamos establecer límites de tiempo, por ejemplo, cada 20 minutos, voltear a ver objetos, además de consumir contenido educativo y de calidad.
Pregúntate qué actividades te aportan valor frente a aquellas que pueden resultar en pérdida de tiempo. Con todo y que nos cueste, determinar áreas en el hogar donde no se permitan pantallas, como en las comidas o en los dormitorios para en su lugar promover interacciones familiares y un mejor descanso. Además, hay que predicar con el ejemplo. Los adultos debemos ser modelos a seguir en el uso responsable de la tecnología. Al mostrar hábitos saludables, influimos positivamente en la gente de nuestro alrededor.