Jacarandas de CDMX podrían decirnos algo sobre la gravedad del cambio climático

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Existe una versión corta de esta historia: la imagen de una flor de jacaranda publicada en X desató un caos en internet este enero. Medios de comunicación tomaron esa solitaria flor sobre el pavimento como prueba de que las jacarandas estaban adelantando su floración. Con el corazón roto, las personas salieron a la calle a buscar la triste imagen, pero no la encontraron. Brotaron sospechas: ¿las jacarandas están confundidas o nos están confundiendo? ¿hay manera de saber si les pasa algo? ¿importa estudiar los posibles efectos del cambio climático?

Que el cambio climático está afectando patrones del mundo es indiscutible y, en los últimos años, ha sido evidente que los efectos ocurren a una velocidad nunca antes vista. 

A inicios de 2023, WIRED en Español habló con el doctor Marcelo R. Pace del Instituto de Biología, en esa ocasión, nos contó que la floración anticipada se había reportado en diferentes especies y que, si ocurría de manera repetida, los árboles podían debilitarse y las relaciones con sus entornos podían romperse.

Este año, fragmentos de esa entrevista se replicaron en otros medios y se mezclaron con afirmaciones no probadas para asegurar que las jacarandas de la ciudad estaban en plena floración.

Las jacarandas abrieron una conversación inaplazable. El cambio climático tiene efectos en las especies y es importante medir dónde y cuánto, pero también cómo y por qué. Entrevistamos de nuevo a Marcelo R. Pace sobre las nuevas implicaciones, así como con Cristina Ayala, bióloga y doctora en Ciencias de la Sostenibilidad, y con Francisco Arjona, ingeniero ambiental y arborista de la Universidad Autónoma Metropolitana. Les preguntamos, entre otras cosas, qué tipo de evidencia científica se requiere para identificar si la floración anticipada de las jacarandas está ocurriendo y cómo se podría generar.

La imagen que alertó a los capitalinos

Lo primero: la foto. Cristina Ayala refiere que una sola fotografía no es evidencia de que un fenómeno así esté ocurriendo. Entre otras razones, dice, porque no sabemos cuándo o dónde fue capturada. Pace precisa que la floración debe de ocurrir en varios individuos de un grupo y durar un periodo, “una sola flor no indica nada”.

Que el cambio climático está afectando patrones del mundo es indiscutible y, en los últimos años, ha sido evidente que los efectos ocurren a una velocidad nunca antes vista. Ayala detalla que el cambio climático no solo calienta el mundo, también provoca condiciones ambientales más frías o más lluviosas, ”eso modifica procesos del ecosistema y comportamientos de los organismos”.

Francisco Arjona cuenta que es común el estudio de la fenología vegetal, que son los procesos de crecimiento, floración, brote de hojas y fructificación. En actividades agrícolas, registrar los cambios de desarrollo ha sido útil, pero cada vez es más común analizar los cambios de fenología como bioindicadores de cambio climático.

El adelantamiento de la floración, comenta Arjona, se ha estudiado sobre todo en zonas donde las estaciones son pronunciadas, “pero no hay estudios puntuales sobre las jacarandas de la Ciudad de México”. Algunos artículos científicos han reportado este fenómeno. Está, por ejemplo, el caso del deshielo temprano en las montañas rocosas de Colorado que afecta a las flores silvestres. Cambios en el comportamiento de animales por el cambio climático también se han analizado. Hay estudios sobre la flexibilidad de algunas abejas nativas a modificaciones de la floración.

La forma en que se ajustan algunas especies al cambio climático pueden afectar el desarrollo de otras. Los científicos llaman a eso desfase fenológico. Se ha identificado que la reproducción de algunas aves puede perder sincronía con los momentos en que hay mayor oferta de alimentos. También les puede llevar a encuentros desafortunados debido a la migración de especies.

Tras el misterio de las jacarandas prematuras

Definir si eso está ocurriendo como un patrón podría ser el propósito de alguna investigación científica. Respecto a imaginar estudios posibles. Ayala compartió que lo primero sería saber ¿dónde están las jacarandas? Explica que no todas las alcaldías de la Ciudad de México tienen un inventario detallado de la cantidad de especies, número de poblaciones o de las condiciones en que se encuentran.

Los entrevistados coinciden en que se debe identificar en qué fechas ha ocurrido la floración de las jacarandas en Ciudad de México en años pasados. Para ver esto, un paso clave, dicen, es revisar datos históricos de la floración.

Pero esa información no debería analizarse de forma aislada, apuntan, sino que debe estar atada a determinantes biofísicas de cada año, como la temperatura, la humedad, o las cualidades del sitio donde están plantadas. Existen investigaciones que han evaluado los impactos del CO2 en la floración. “No es lo mismo un parque, el bosque Chapultepec, a las calles donde las temperaturas son más altas a lo largo de todo el año” acota el arborista.

Cristina refiere que revisar el fenómeno requiere una muestra representativa y, en caso de probar que existe, identificar qué porcentaje de jacarandas en la ciudad lo presentan y qué variables determinan ese cambio. “A pesar de ser especies exóticas en Ciudad de México, tienen un rol importante con algunos organismos, con colibríes o algunas abejas”. Lo que podría estudiarse, comenta, es si se ha modificado la estructura de sus comunidades polinizadoras.

Para evaluar cómo la están pasando los árboles en la ciudad con el cambio climático, Arjona refiere que también podrían usarse imágenes satelitales para ver si los brotes de nuevas hojas ocurrieron en diferentes épocas en los último años.

El amor por las jacarandas urbanas

“Entre mejores datos tengamos de los organismos que nos están rodeando, podemos tomar decisiones más informadas”, precisa Ayala, pero indica que “no hemos determinado por medio de algún estudio que las jacarandas sean un indicador de lo que está pasando en el ecosistema”.

¿El cariño que le tenemos a as jacarandas cuenta? Cristina Ayala dice que no es un asunto menor. “El paisaje morado que forman en la Ciudad de México es parte de la identidad chilanga, son árboles muy preciados que de alguna forma acercan a las personas a contemplar la naturaleza, a querer que no le pase nada”.

Ayala, Pace y Arjona coinciden en que las pláticas sobre jacarandas permiten que las personas dialoguen sobre los efectos del cambio climático en sus vidas. “Los ciudadanos se dan cuenta de que las cosas alrededor suyo están cambiando”, precisa Ayala. Algo que destaca sobre las jacarandas es que la ciudadanía las reconoce muy fácil. Arjona considera que por esa cualidad las jacarandas podría servir para hacer ciencia ciudadana, usando la documentación que las personas tengan de años anteriores.

Al respecto, Pace comenta que en iNaturalist, una aplicación móvil que permite identificar especies, se está acumulando evidencia. “A pesar de que no son investigadores formales, podemos tener un registro de año a año”.

Años atrás, la Universidad de Cambridge probó las posibilidades de los datos ciudadanos. Ocurrió cuando investigadores de dicha institución usaron información de Nature’s Calendar y de otros organismos como la Real Sociedad Meteorológica de Reino Unido compilada durante más de 200 años. Detectaron que había plantas del Reino Unido que florecían un mes antes debido al calentamiento global.

La conversación ineludible es el cambio climático. El investigador Pace recuerda que todo debe empezar por la eliminación de combustibles fósiles. Arjona, quien también es divulgador de la ciencia en “Árboles de la Ciudad de México” considera que “se está centrando la discusión en si las jacarandas están floreciendo, pero los cambios son más complicados, graves y notorios en otras especies”. Comenta que la diversificación de árboles en la ciudad no puede dejarse para después y que tener estudios sobre qué especies pueden afrontar mejor el cambio climático servirá para planear mejor las urbes.

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