Justicia, no venganza

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Terminó el primer bimestre de 2019 y los primeros tres meses de la administración del presidente López Obrador.

En este periodo, el presidente de la república decidió seguir su política de amor y paz; de abrazos, no balazos, a pesar de la gran cantidad de casos escandalosos que surgen cada día, ya sea de malversación de recursos, de abuso del ejercicio de los cargos públicos, de corrupción, de comisión de delitos.

Sin que haya responsables del estado de la administración pública, de la obra gubernamental, de la escasez de gasolina. De las acciones y omisiones de los gobiernos que precedieron a Andres Manuel López Obrador.

Hemos escuchado los diagnósticos del presidente: todo está mal. Le dejaron un tiradero en las obras, una petrolera cayéndose, robos de gasolina, contratos leoninos, sueldos de lujo, un aeropuerto en construcción carísimo y un largo etcétera. Pero hasta ahora, ningún responsable, nadie a quien pasarle la cuenta, nadie a quien castigar.

“Mi fuerte no es la venganza”, ha repetido el presidente. Aunque se trate de actos de justicia, por los hechos cometidos contra el patrimonio público, que es patrimonio de todos. Nadie pide ajustes personales de cuentas. Sólo no dejar en la impunidad el abuso, la corrupción y el delito contra el patrimonio de los mexicanos.

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