La contrarreforma

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El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió abrogar la reforma educativa. Y emprender la suya.

El presidente de la república está en el camino de completar sus promesas de campañas más relevantes. Abrogar la reforma educativa es una de ellas. A la par, decidió impulsar su visión particular de la educación, con la premisa de dar oportunidad a todos los jóvenes de estudiar una carrera universitaria.

Para ello, prevé crear un centenar de universidades o planteles universitarios. Algo así como la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que se creó cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México. En esa universidad basta tener el certificado de bachillerato para tener derecho a ingresar… pero como los recursos no alcanzan para todos, hoy esa universidad tienen 18 mil alumnos y quienes ingresan lo hacen mediante un sorteo que se realiza ante notario público. Los que no alcanzan un lugar, se quedan en lista de espera, para cuando tengan la suerte de ser elegidos.

El quid del asunto es que en México hay suficientes universidades, prestigiadas y consolidadas, con cuerpos académicos prestigiados, con investigación de vanguardia, con generación de conocimiento y que forman profesionales solventes. Esas universidades necesitan recursos para crecer y atender a más jóvenes, pero no los van a tener porque el gobierno federal prefiere crear nuevas instituciones de educación superior.

Inventar en vez de fortalecer. Crear en vez de consolidar.

Sería más redituable invertir en la UNAM, la UAM, la UAEMex o la U de G. Pero el presidente López Obrador tiene trazada su ruta. Y en ella no están estas y otras universidades públicas.

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