En las ultimas horas la explosión de un polvorín en el municipio de Tultepec ha arrojado reacciones contrarias a la actividad pirotécnica.
Muchas personas en las redes sociales se han pronunciado porque desaparezca esta actividad. Otros tantos, han dicho que Tultepec debería cambiar de actividad económica.
Expresiones de ignorancia. De las legiones de idiotas, como diría Umberto Eco, que pueblan las redes sociales.
Porque eso que parece tan sencillo: “dénles trabajo de otra cosa a los habitantes de Tultepec”, es una sinrazón. Además de algo demasiado complicado como para lograrse de un plumazo.
La pirotecnica es una actividad peligrosa, pero redituable. Pensar en cambiar una actividad económica así nomás porque sí porque es peligrosa, es una simpleza. La industria quínica también es peligrosa y nadie piensa en cerrar fábricas. Hay que pensar en otras soluciones, en capacitación, en uso de sustancias menos explosivas en procesos industriales que sustituyan a los artesanales.
Al margen del hecho de que hay un siglo de historia de fabricación de artificios pirotécnicos, resulta que dos de cada tres habitantes de Tultepec están empleados en alguna actividad vinculada con la pirotécnia. Hay cerca de 500 talleres y fábricas de fuegos artificiales en ese municipio.
Y eso significa muchos miles o millones de pesos de ingresos al año.
Vayamos simplemente a la celebración del 4 de julio en Estados Unidos, apenas ayer. Los estadunidenses gastaron este año 1.2 billones de dólares en artificios pirotécnicos para celebrar con fuegos articiales su independencia.
La mayor parte de esos fuegos artificiales proceden de China, pero muchos se fabrican en México. En Tultepec, en especial.