Con tres generaciones y 45 años de experiencia en la restauración de imágenes religiosas, la familia Almazán mantiene vivo este oficio tradicional, clave en las festividades religiosas dedicadas al Niño Dios.
Martín Almazán González, platica su experiencia y vivencias de esta labor que para ellos inicia desde noviembre y culmina en febrero, temporada en la que la familia Almazán se instala en la calle 16 de septiembre, frente a Protección Civil, en Zinacantepec, para ofrecer sus servicios de restauración de imágenes religiosas.
«Es un arte, es un arte esto, porque, por ejemplo, nosotros nos tenemos de tres generaciones, mi papá fue el impulsor aquí en Toluca, él aprendió en México (…) Mira es un poco difícil. Si tú, por ejemplo, quieres hacerlo y no tienes la noción o algo, sí se te hace difícil, pero ya aprendiendo es muy fácil, lo que se complica aquí son los colores, es igualar el color del Niño Dios que viene, nada más es eso lo más difícil que se puede hacer, pero te digo, que aquí hemos hecho trabajos desde ocho centímetros, hasta dos metros de altura. Hemos hecho trabajos por ejemplo en Quiroga, Michoacán, hemos ido a hacer trabajos terminando la temporada de febrero, tenemos trabajo pendiente allá en Michoacán».
Con una variedad de materiales, desde yeso hasta fibra de vidrio, trabajando con amor y cuidado para devolver la belleza y significado a estas imágenes, se trata de un arte que requiere paciencia, dedicación y amor, explica Martín, pues cada imagen tiene su propia historia y significado, la familia Almazán se esfuerza por respetar y preservar esa esencia.
Su proceso de restauración implica una evaluación cuidadosa de la imagen, seguida de una serie de pasos que incluyen la limpieza, el relleno de grietas y la pintura, y puede ser largo y complicado, pero el resultado al ver cómo una imagen que estaba dañada o deteriorada se convierte en una obra de arte nuevamente es un privilegio, resaltó Ma
Para ellos, es importante recordar que estas imágenes no son solo objetos, sino que también representan la fe y la devoción de las personas, por lo que, la familia Almazán es un ejemplo de dedicación y pasión en el arte de la restauración de imágenes religiosas, donde su trabajo no solo preserva la belleza y significado de estas imágenes, sino que también honra la tradición y la cultura que las rodea, en torno a tradiciones más significativas de la fe católica.