
Investigadores de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) realizaron un estudio que demuestra que los tumores utilizan los vasos linfáticos como carreteras para extenderse por el organismo y cómo este proceso podría ser, cuando menos potencialmente, prevenido.
“Nuestro estudio muestra que el uso de los ácidos grasos por el sistema linfático está programado en su desarrollo y es necesario tanto para su crecimiento como para su funcionalidad. Y además, hemos demostrado con que la potenciación o con la prevención del uso de las grasas o de los metabolitos de las grasas podemos controlar el crecimiento de los vasos linfáticos”, dijo Brian Wong, co-autor de esta investigación.
Los autores ya observaron en un estudio recientemente publicado que los vasos linfáticos ‘consumen’ mayores cantidades de ácidos grasos –o lo que es lo mismo, de ‘grasas’– que los vasos sanguíneos. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que los tumores promueven la formación de nuevos vasos linfáticos para usarlos como carreteras y llegar a otros órganos.
Por tanto, puede suponerse que la administración de fármacos capaces de prevenir el metabolismo de las grasas por el sistema linfático evitaría la formación de nuevos vasos y, por ende, el desarrollo de metástasis. Sin embargo, el mecanismo por el que los vasos linfáticos se aprovechan del metabolismo de los ácidos grasos es muy complejo.
En la nueva investigación, los autores analizaron cómo se forman los vasos linfáticos, tipo de vasos que, en realidad, son vasos inicialmente sanguíneos y transformados durante el desarrollo embrionario. Una ‘transformación’ que, entre otras consecuencias, provoca que los vasos linfáticos tengan una mayor ‘apetencia’ por las grasas que los sanguíneos.
Los resultados mostraron que la transformación de vasos sanguíneos en linfáticos requiere de un incremento del metabolismo de las grasas. Concretamente, las grasas son utilizadas para generar moléculas capaces de promover cambios epigenéticos –alteraciones que, si bien no alteran la secuencia de ADN, modifican la forma en la que se expresan los genes contenidos en este ADN–. Y estos cambios, ¿para qué sirven? Pues básicamente, para alterar la producción de las proteínas. Y es que según el patrón epigenético, se producirá una proteína u otra. Así, parece que, en este caso, los patrones inducidos por el metabolismo de las grasas dan lugar a proteínas que promueven la formación de nuevos vasos linfáticos.
En definitiva, parece que los tumores necesitan, si no directamente promueven, que se produzca un incremento del metabolismo de los ácidos grasos para poder contar con nuevos vasos linfáticos y, así, colonizar otros órganos.
Por ello, el próximo paso de los investigadores será realizar un estudio para evaluar si el uso de fármacos inhibidores del metabolismo de las grasas puede reducir las metástasis en distintos tipos de cáncer.