Si la primera condición para aspirar a ser candidato del PRI a gobernador del estado de México es la competitividad electoral, ¿qué otras características deben reunir los aspirantes?
Entre la llamada “clase política” priista del estado de México hay un par de condiciones elementales más: la lealtad, que se asocia a la disciplina, y la cercanía. Que se parecen, pero no son lo mismo.
De la lista reducida a cuatro que señalé ayer —Alfredo del Mazo, Ana Lilia Herrera, José Manzur y Carolina Monroy—, ¿qué han mostrado en estas materias los señalados?
Mi visión es simple, todos han sido leales al gobernador en turno y al presidente de la república que, quiérase o no, tendrá peso en la decisión final, aunque se diga que “gobernador pone (candidato a) gobernador”. Todos, salvo el caso de Carolina Monroy del Mazo que decidió “destaparse” obviando los llamados “tiempos políticos” que siempre marca el gobernador en turno. ¿Es un pecado? Sí, dada la institucionalidad de los priistas mexiquenses. Y no, porque hizo un ejercicio de honestidad pocas veces visto públicamente. ¿Qué pasará con la secretaria general del CEN del PRI? Es una pregunta para la bola de cristal.
La cercanía se observa ateniéndose a las responsabilidades políticas que los señalados en la lista han tenido. La pregunta es: ¿a quién le deben qué cargo?, ¿quién dio el visto bueno para que ocuparan alguna responsabilidad concreta?
Y aquí cada quien califica a los enlistados. Porque mañana será tiempo de otro partido, otros estilos y formas.