La industria de la marcha

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Desde hace mucho tiempo que las marchas y plantones han perdido la simpatía de la gente.

Tuvieron su alto grado de popularidad allá en la década de los ochentas y principios de los noventas, cuando nacían los movimientos en pro de la democracia. Todos —o casi todos— pensábamos que algo teníamos que ceder para que el régimen absolutista y monolítico que mantuvo el PRI cambiara. Así que había que aguantarse. Y florecieron decenas de organizaciones y surgieron espontáneos liderazgos… que después encontraron en la industria de la marcha y la manifestación una forma de vida.

Pero ahora, la prolífica industria de la marcha y el plantón ya no tiene simpatías. O no las muchas que tuvo en su momento.

Ahí están las mentadas de madres que por docenas deben haber recibido los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) por haber cerrado la carretera y autopista México-Toluca la mañana de ayer miércoles.

Cientos o miles de personas desistieron del viaje cotidiano a la capital de la república mexicana o tuvieron que regresar a sus destinos originales o se armaron de infinita paciencia para esperar durante horas la posibilidad de avanzar unos pocos kilómetros.

Y casi estoy seguro que por unanimidad deben estar hablando pestes de la CNTE o a favor de que la Comisión Ambiental de la Megalópolis cumpla con poner reglas a las manifestaciones y marcha, fijando un horario nocturno a tales expresiones. O a favor de un manifestódromo, allá lo más lejos posible.

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