La moringa tiene compuestos bioactivos de alto valor nutricional, entre ellos unos metabolitos que se pueden usar para producir fitofármacos que combatan diversas enfermedades, así lo asegura una investigación de la Universidad Centroccidental de Lisandro, en Venezuela.
De acuerdo con el estudio, esta planta contiene alcaloides, fenoles, flavonoides y taninos, lo que la hace resistente a climas extremos, compuestos que también ayudan a proteger y potenciar el funcionamiento del metabolismo de los seres humanos.
Los científicos señalan que los metabolitos secundarios de la moringa pueden ser usados como ingredientes farmacéuticos, nutracéuticos y funcionales ya que poseen más de 40 antioxidantes, aporta grandes cantidades de potasio y tiene efectos antibacteriales y antimicrobianos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación reconoce a la moringa como un recurso natural importante porque ayuda a controlar el índice de azúcar en sangre, aporta proteínas, aminoácidos, vitaminas A, B, C, E y K, además de minerales.
Entre otros beneficios que se le atribuyen a este árbol originario de climas tropicales están la rápida cicatrización de heridas, control de los niveles de colesterol, propiedades antiinflamatorias que ayudan a los pacientes con artritis, favorece la circulación sanguínea, además de prevenir problemas oculares y el cáncer.