Ya se acerca el Día de Muertos en México y los preparativos están a la vista con adornos alusivos en calles, escuelas, centros de trabajo y oficinas públicas. En los días venideros olerá además a flores de cempasúchil y nardos.
Dicen que a los mexicanos nos da risa la muerte pero será la propia y antes porque cuando se trata de familiares o amistades cercanas vaya que cala y a fondo. Pero así como duele la muerte también cuesta cada vez más y no solo en dinero y trámites; también en daños al medio ambiente.
Lo de enterrar ya se considera una desventaja porque la inhumación afecta la tierra y a los mantos acuíferos. Y, de cremación se emiten kilos de dióxido de carbono.
Ahora pues la técnica que se promueve es la cremación líquida: colocar el cadáver en un cilindro metálico y sumergirlo en agua, hidrógeno y alcalinos líquidos a temperaturas elevadas, para acelerar la descomposición y desintegración de los tejidos, según la explicación de la empresa estadounidense Bio-Response Solutions.
Si pensabas que ya todo estaba dicho sobre funerales, aquí está la prueba de que la tecnología también evoluciona en este área y que ahora el argumento principal es contaminar menos al morir.