El aumento arbitrario a las tarifas del transporte público en el estado de México pone en evidencia una vez más que el incremento al litro de las gasolinas afectó directamente a los concesionarios y quien paga la diferencia es, desde luego, el usuario;
Así que, autoridades estatales y federales, ya dejen de hacerle al cuento con aquello de que se protegerá la economía familiar y que se vigila para que se respete la tarifa que se cobraba hasta diciembre.
Los hechos demuestran además que la autoridad estatal está rebasada en materia de transporte porque ni siquiera es capaz de reunir a los concesionarios y ya no permitirles aumentar la tarifa, sino negociarla.
Dichos van y dichos vienen por los gobiernos estatal y federal sobre el impacto de la liberación del precio de la gasolina como promesas van y promesas vienen de que les importa el bolsillo de la gente y por tanto, se hace valer la autoridad. Nada más les falta demostrarlo. Pasar de los dichos y las promesas, a los hechos.