Una vez digerida la derrota del priismo en Veracruz, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo, empiezan las conjeturas:
Que si Manlio recibió un mandarriazo del que le va a resultar difícil levantarse —y que parte del porrazo alcanza a Carolina Monroy—, que si Miguel Ángel Osorio Chong se alzó con una victoria pírrica en Hidalgo, que si los candidatos vinculados a Luis Videgaray creyeron que la elección era un día de campo, que si las mujeres perdieron sus bonos.
Y lo que nos importa a los que vivimos en el estado de México: que al gobernador Eruviel Ávila se le abre una oportunidad de oro rumbo al 2018. Que la lista de aspirantes del tricolor se reduce. Que PAN y PRD tienen una oportunidad histórica si encuentran un buen candidato.
Del 2018 no hablemos, porque está muy lejos y antes está la aduana de la elección local de gobernador.
De la lista de aspirantes, algunas voces consultadas por el arriba firmante creen que hay que descartar a las mujeres. En un simple acto de pragmatismo político, dado los resultados femeninos del domingo 5 de junio. En consecuencia, a la lista de aspirantes se le restan 3 y quedan otros 3: Alfredo del Mazo Maza, Carlos Iriarte Mercado y José Sergio Manzur Quiroga (en órden alfabético).
La eventual alianza opositora entra en la clasificación del deber ser. Al menos eso creen los panistas y perredistas. Aquí el asunto es: ¿quién puede ser candidato? ¿Juan Zepeda?, ¿Alejandro Encinas? ¿Josefina Vázquez Mota?, ¿Edgar Olvera?, ¿Enrique Vargas?
Hay mucho tiempo por delante. Pero parece que la quiniela se aclara.