Tras el paso del huracán Otis por Guerrero, uno de los eventos más lamentables, aparte del fallecimiento y daños al patrimonio y evacuación de las personas, fue la rapiña que se suscitó. Desde el pasado miércoles se registraron actos de este tipo en tiendas de conveniencia y centros comerciales.
La rapiña es el robo, apropiación o saqueo que se ejecuta arrebatando con violencia y se llega a cometer por gente de todo tipo por la oportunidad que se presenta de que los negocios no están vigilados, debido a la necesidad, en un afán de sobrevivencia, o a posturas de destrucción o desquite. También hay que hacer notar que se presenta por una reacción en masa; a veces son delincuentes y los mismos actúan con rapidez. Lo de rapiña viene de las aves rapaces que utilizan sus garras afiladas para apoderarse o tomar por la fuerza sus alimentos.
La rapiña trae afectaciones económicas para los propietarios de los establecimientos que se reflejan en la pérdida de productos y los daños a sus instalaciones y, desde luego, son en varios miles de pesos.
Pero la rapiña exhibe lo peor de las personas en un momento de emergencia, es una degradación del ser humano. Es además comparable con un delito porque se basa en el hurto, aunque se tiene que decir que en México no está tipificado en el Código Penal Federal con todo y que ya es algo común.