Con la renuncia de Luis Videgaray a la Secretaría de Hacienda más vale que los habitantes del estado de México no aventemos los sombreros al viento porque en una de esas nos lo avientan como candidato a la gubernatura por el PRI.
La salida de Videgaray del gabinete federal coincide con la sesión del Instituto Electoral con la que arranca el calendario electoral en el estado de México.
Por otra parte, no hay olvidar que en la reciente reunión de senadores priistas en Ixtapan de la Sal, el ahora exfuncionario fue recibido con todos los honores por los legisladores priistas y en ese mismo lugar ya se mencionaba su nombre para el primer encargo político en territorio mexiquense.
Videgaray es también la mano derecha del presidente de la república. Si continúa esta línea histórica del partido hegemónico de que el presidente elige al candidato y los demás se aguantan o, como dicen entre ellos, se cohesionan por el bien del partido o de sus los intereses.
Videgaray nos puede caer en el estado de México. Aunque nos caiga como balde de agua fría porque en este momento es el más despreciado por el gabinete al que perteneció y el general de los mexicanos, al ser el artífice de la visita de Donald Trump al país y porque su nombre también está asociado a enriquecimiento ilícito en esta administración federal con la compra de casas.
La misma administración federal ha insistido en que se cuenten las cosas buenas. Sin embargo, en el caso de Videgaray las cosas malas cuentan y cuentan mucho. Por eso no hay que aventar los sombreros al aire por su renuncia.
