La serie de los Underwood

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Comencé a ver la quinta temporada de House of Cards, la popular serie de Netflix, apenas se anunció que ya estaba disponible.

Y me estanqué después del tercer episodio.

No sé qué pasó, porque las anteriores 4 temporadas las ví casi sin parar. No sé si es que el escritor y guionista original Beau Willimon dejó la serie o si los guionistas y productores actuales se han empeñado en dar demasiadas vueltas de tuerca.

El caso es que voy por el sexto episodio, pensando en que algunos de los personajes de la serie son demasiado ingenuos para el mundo político en el que se desenvuelve la historia de los Underwood, Francis y Claire. O que estos son demasiado maquiavélicos. Y que para mantener la tensión y la atención, los guionistas son capaces de revivir —literalmente— personajes y problemas que hace mucho que estaban saldados.

Tal vez peque de quisquilloso, pero a la serie le sobra un no sé qué, que qué se yo.

Aunque eso no obsta para que House of Cards sea una ficción que ha servido de inspiración a muchos. Andan por ahí aspirantes de Francis o Claire Underwood o de Doug Stamper y Lee Ann Harvey o de Zoe Barnes o Tom Hammerschmidt. Ya lo vimos con el penoso caso de un exalcalde de Tlaxcala que plagió uno de los discursos de la serie.

Porque así se comprueba que no falta quien crea que la política son esas intrigas palaciegas de la Casa Blanca y el Capitolio.

Por cierto, felicito hoy en su cumpleaños al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¡Congratulations, mister president!

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