La tercera ola

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Hace unos pocos 50 años, el sociólogo y futurólogo gringo Alvin Toffler escribió el libro denominado “El shock del futuro”. En ese volúmen perfiló un libro publicado 10 años más tarde, allá por 1980, denominado “La tercera ola”. 

Si mis cuatro fieles e informados lectores esperan a continuación un soliloquio sobre esa tercera ola, están completamente equivocados. Esto se trata de la tercera ola de contagios de Covid-19 que todos estamos esperando, paradójicamente desesperanzados.

Como dicen en mi pueblo: “el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe”. Así como en diciembre pasado los funcionarios y servidores públicos responsables del Sector Salud se cansaron de advertirnos que no hiciéramos reuniones familiares poque habría un alto riesgo de contagio, ahora desde el gobernador Del Mazo, el secretario O’Shea, los alcaldes y hasta el corrector de la prensa del gobierno federal, Hugo López-Gatell, se han encargado de pedir que nos quedemos en casa.

Tal y como ocurrió en diciembre, el apercibimiento ha sido ignorado por miles de mexicanos que decidieron que ya era tiempo de tomarse unas merecidas vacaciones. Y se fueron alegremente a las playas, los pueblos mágicos, las ciudades coloniales o cualquier otro destino de turismo o descanso que permita la imaginación.

Los pesimistas ya están calculando que dentro de un par de semanas haya un rebrote de la enfermedad. Los agoreros de la desgracia simplemente creen que ya nos cargó el payaso… otra vez. Los desmoralizados ya se preparan para un regreso al semáforo rojo. Los optimistas están ahorrado para un buen tanque de oxígeno. El arriba firmante se mesa los cabellos, como hacían las viudas en los grandes funerales de la antigua Tebas.

Las cifras para el estado de México sugieren que la tendencia a la baja de los casos de Covid-19 se detuvo desde la semana pasada, aunque los cálculos que puntualmente ha llevado el arriba firmante de la pandemia en la “prepotente existencia moral” llamada Estado Libre y Soberano de México anticipan hasta 35 por ciento menos casos en marzo en comparación con febrero pasado.

Las impenetrables ciencias marítimas sugieren que la tercera ola siempre es la más fuerte. Si tal agüero se cumple, entonces cuando termine la semana de Pascua que Dios nos agarre confesados… porque el escenario probablees que volveríamos a tener a centenares de personas enfermas en mayor o menor medida, saturando los hospitales y, desde luego, engrosando las estadísticas.

Sólo a modo de ejemplo, en la segunda ola, entre enero y febrero, murieron casi 10 mil mexiquenses según las cifras oficiales de la Secretaría de Salud federal —1 de cada 3 fallecimientos acumulados hasta esta fecha—.

Los eximios vacacionistas regresarán de su vagabundeo y los aguardaremos con la lejana esperanza de que no se hayan infectado en el camino. Si a su regreso los acompaña la tercera ola, volveremos a decir “te lo dije”. Y pondremos cara de circustancia. Porque “cuando la de malas llega, la de buenas no dilata”.

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