La vialidad de la barranca

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Después de 16 años se abrió la vialidad de la Barranca de Hueyetlaco. Tuvieron que pasar tres gobernadores y cuatro jefes de gobierno del Distrito Federal para que la obra que comunica a Huixquilucan y Cuajimalpa entrara en operación.

Cualquier persona ajena a la historia de la vialidad de marras podría pensar que una obra que se tardó 16 años debe ser monumental, un prodigio de ingeniería, un trazo complicado o una extensión inmensa.

Pero no: es una obra de kilómetro y medio que no se había concluido y mucho menos abierto por falta de interés gubernamental. Porque los políticos son muy especialistas en hablar de colaboración entre gobiernos, de coordinación y de compromiso con la sociedad, tanto como son capaces de bloquear y oponerse a aquello que resulte contrario a sus intereses. No importa si se llevan entre las patas —como se dice en términos coloquiales— a la gente.

Así que esos intereses personales, de partido, de grupo o de proyecto, detuvieron 16 años una vialidad de mil 520 metros.

Aunque ahora que está abierta pronto se olvidarán los 192 meses en los que la obra no avanzó unos pocos metros y otros tantos ni un milímetro. Y se olvidarán los discursos para expresar buena voluntad, ánimo de colaboración, compromiso social y todas esas monsergas que se mencionan en los discursos de los políticos, pero nunca —o casi nunca— se convierten en realidad.

Esta vez sólo se tardaron 16 años.

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