Este domingo se celebraron elecciones en Argentina.
Y contra todos los pronósticos, el candidato de la ultraderecha, Javier Milei, no ganó la elección presidencial. De hecho, el peronista Sergio Massa, ministro de Economía del actual gobierno, tuvo más votos que el candidato Milei.
De estas elecciones hay algunas lecciones. Primero, que a los argentinos no los convenció completamente un candidato ultra derechista, libertario, que se muestra como un candidato antisistema que ha propuesto una reforma completa del gobierno, una política de austeridad, una reforma para reducir impuestos y recortar los fondos que se destinan a jubilaciones y pensiones, reducir el número de ministerios y la desaparición de los planes sociales.
Segundo, que las encuestas que le daban dos puntos de ventaja a Milei fallaron, porque mostraron ese fenómeno de la espiral del silencio, que señala que algunas opiniones se esconden por temor a la presión social. Y que las encuestas son una muestra de opinión para un momento y una muestra determinada, pero nunca un pronóstico, profecía o mensaje.
Y tercero: que sí, que un candidato disparatado, alocado y mesiánico asusta a muchos.
Además de que el peronismo representado por Sergio Massa es capaz de convertirse en cualquier cosa en cualquier momento, adoptar cualquier postura si eso sirve para ganar elecciones.