Tener una librería en Toluca no debe ser un gran negocio. O sólo debe serlo sólo en esta temporada previa al regreso a clases y durante el arranque de los periodos de inicio de semestre en las instituciones de educación media superior y superior.
Lo digo con una evidencia circunstancial: ayer estuve buscando un libro de texto y después de recorrer sin resultados la calle de Instituto Literario, donde por años han operado muchas librerías en Toluca, me dirigí a donde recordaba que se encontraban establecidas algunas librerías. Y no las encontré. Los locales ahora están ocupados por negocios de otros giros.
Que los mexicanos no leemos es una cantinela bastante repetida. O que leemos muy poco y a fuerzas, especialmente cuando se trata de libros de texto. Y que esta falta de conocimientos nos hace presa fáciles de cualquier clase de engaño o estafa.
Aunque la más reciente Encuesta de Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales asegura que dos de cada tres mexicanos ha visitado alguna vez una biblioteca, aunque la mitad de los mexicanos que respondieron la encuesta señalaron que en los 12 meses previos no habían visitado ni una ocasión. Y de librerías, ni hablar: el dato de la citada encuesta para el estado de México señala que la mitad de los mexiquenses —47.7 por ciento— nunca se han parado por una “librería o tienda donde vendan únicamente libros”.
Pero no sólo eso: 72 por ciento de quienes respondieron la encuesta confesaron que en el último año no habían comprado ni un libro.
Y así, no como esperar que las librerías sobrevivan.