Logros en acceso de niños a la educación se podrían perder por pandemia: Unicef

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Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Banco Mundial publicaron las nuevas directrices sobre la reapertura segura de las escuelas ante los actuales cierres que afectan a casi 1.300 millones de alumnos de todo el mundo.

Las nuevas directrices proporcionan una hoja de ruta para la reapertura segura de las escuelas (Foto: Especial).

En las directrices se advirtió que el cierre generalizado de los establecimientos educativos en respuesta a la pandemia de la COVID-19 representaba un riesgo sin precedentes para la educación y el bienestar de los niños, especialmente para los niños más marginados que dependen de la escuela para su educación, salud, seguridad y nutrición. En las directrices se brindan consejos prácticos a las autoridades nacionales y locales sobre la manera de garantizar la seguridad de los niños cuando regresen a la escuela.

“A pesar de que muchos estudiantes se están quedando atrás en su trayectoria de aprendizaje debido al cierre prolongado de las escuelas, la difícil decisión de cuándo y cómo reabrir las escuelas debería ser una prioridad”, dijo la Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la Unesco. “Una vez que se dé luz verde desde el punto de vista sanitario, habrá que adoptar toda una serie de medidas para asegurar que ningún alumno quede atrás. Estas directrices proporcionan una orientación general a los gobiernos y los asociados a fin de facilitar la reapertura de las escuelas para los estudiantes, los docentes y las familias. Tenemos un objetivo común, esto es, proteger y promover el derecho a la educación de todos los educandos”.

“El aumento de la desigualdad, los deficientes resultados sanitarios, la violencia, el trabajo infantil y el matrimonio infantil son solo algunas de las amenazas que se ciernen a largo plazo sobre los niños que no asisten a la escuela”, dijo la Sra. Henrietta Fore, Directora General del Unicef. “Sabemos que cuanto más tiempo permanezcan los niños fuera de la escuela, menos probable es que regresen a ella. Si no damos prioridad a la reapertura de las escuelas, cuando ello sea posible en condiciones de seguridad, es probable que los logros educativos se inviertan provocando consecuencias devastadoras”.

En las directrices se observa que, si bien todavía no hay datos suficientes para medir los efectos del cierre de las escuelas en las tasas de transmisión de enfermedades, las consecuencias perjudiciales del cierre de las escuelas en la seguridad y el aprendizaje de los niños están bien documentadas. Los avances logrados en el aumento del acceso de los niños a la educación en los últimos decenios se podrían perder o, en el peor de los casos, invertir por completo.

“En los países más pobres, los niños suelen depender de las escuelas para recibir su única comida del día. Pero ahora que muchas escuelas están cerradas debido a la COVID-19, 370 millones de niños se ven privados de esas comidas nutritivas que constituyen un salvavidas para las familias pobres. También se les niega el apoyo sanitario que habitualmente obtienen en la escuela. Esta situación podría causar un perjuicio duradero y, por ello, cuando las escuelas vuelvan a abrir es fundamental que se restablezcan estos programas de alimentación y servicios de salud, que también puede ayudar a que los niños más vulnerables vuelvan a la escuela”, dijo el Sr. David Beasley, Director Ejecutivo del PMA.

De acuerdo con las directrices, el interés superior de los niños y las consideraciones generales de salud pública –basándose en una evaluación de los correspondientes beneficios y riesgos para la educación, la salud pública y los factores socioeconómicos– deberán ser aspectos esenciales que las autoridades nacionales y locales tendrán en cuenta al adoptar la decisión de reabrir las escuelas.

Las escuelas deben estudiar la manera de reabrir en mejores condiciones, proporcionando un aprendizaje más adecuado y prestando un apoyo más completo a los niños en la escuela, en particular en el ámbito de la salud y la nutrición, el apoyo psicosocial, y el agua, el saneamiento y las instalaciones de higiene.

A medida que los países se enfrentan a la decisión de cuándo reabrir las escuelas, la Unesco, el Unicef y el PMA, en el marco de la Coalición Mundial para la Educación, instan a los gobiernos a evaluar los beneficios de la instrucción en el aula con respecto al aprendizaje a distancia y los factores de riesgo relacionados con la reapertura de las escuelas, observando que no hay pruebas concluyentes sobre el riesgo de infección relacionado con la asistencia a la escuela.

Las directrices, que los organismos mencionados presentaron conjuntamente por primera vez en una reunión de ministros de educación sobre la planificación de la reapertura de las escuelas, organizada por la UNESCO en el día de ayer, se tratan los siguientes aspectos:

  • Reforma de las políticas: las repercusiones en materia de políticas se refieren a todas las dimensiones de las directrices, incluidas las políticas claras para la apertura y el cierre de las escuelas durante las emergencias de salud pública, y las reformas necesarias para ampliar el acceso equitativo de los niños marginados y los niños sin escolarizar, así como para fortalecer y normalizar las prácticas de aprendizaje a distancia.
  • Necesidades de financiación: se ha de hacer frente a las repercusiones de la COVID-19 en la educación e invertir en el fortalecimiento de los sistemas educativos para la recuperación y la resiliencia.
  • Funcionamiento seguro: hay que garantizar condiciones que reduzcan la transmisión de enfermedades, salvaguarden los servicios y suministros esenciales y promuevan un comportamiento saludable. Ello abarca el acceso a jabón y agua limpia para el lavado seguro de las manos, los procedimientos aplicables cuando el personal o los alumnos se sientan mal, los protocolos de distanciamiento social y las buenas prácticas de higiene.
  • Compensación del aprendizaje: hay que centrarse en prácticas que compensen el tiempo de instrucción perdido, fortalezcan la pedagogía y aprovechen los modelos didácticos híbridos, como los enfoques integradores en la educación a distancia. Se deben incluir conocimientos sobre la transmisión y prevención de enfermedades.
  • Bienestar y protección: se ha de prestar más atención al bienestar de los alumnos y reforzar la protección de los niños a través de mecanismos de derivación mejorados y la prestación de servicios esenciales en las escuelas, como la atención sanitaria y las comidas escolares.
  • Llegar a los más marginados: se deben adaptar las políticas y prácticas de apertura de las escuelas para ampliar el acceso de los grupos marginados, como los niños que anteriormente estaban sin escolarizar, los niños desplazados y migrantes, y las minorías. Conviene diversificar las comunicaciones y los mecanismos de divulgación fundamentales poniéndolos a disposición en los idiomas pertinentes y en formatos accesibles.

“Una vez que las escuelas empiecen a reabrir, la prioridad será reintegrar a los estudiantes en el entorno escolar de forma segura y de manera que pueda reanudarse la enseñanza, especialmente en el caso de los que sufrieron las mayores pérdidas de aprendizaje. Se trata de un momento decisivo, ya que es el punto de partida de una nueva normalidad que debería ser más efectiva y equitativa. Para gestionar la reapertura, las escuelas tendrán que estar preparadas desde el punto de vista logístico y con el personal docente listo para trabajar. Además, deberán disponer de planes específicos para facilitar la recuperación del aprendizaje de los estudiantes más desfavorecidos. Las directrices brindan un marco para avanzar al que se ajustarán los principales organismos del sistema de las Naciones Unidas”, dijo Jaime Saavedra, Director de la Práctica Mundial de Educación del Banco Mundial.

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