Los autores no se ponen de acuerdo

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Los más longevos y conocedores de la comarca seguramente lo saben. Los demás, entérense: cuenta la leyenda que corría el 19 de marzo del año de gracia de 1522 y a la actual Toluca de Lerdo la encontró en el momento de su fundación como asentamiento español, puesto que la antigua y perdurable ciudad matlazinca de origen tolteca ya estaba en el lugar, con el nombre náhuatl de Tolocan. Los primeros pobladores españoles la denominaron San José de Toluca o Toluca de San José —los autores no se ponen de acuerdo— por la festividad religiosa del día.

En la noche de los tiempos se perdieron los nombres de los fundadores de Toluca. Como muchas otras cosas que se han perdido entre la opacidad y la penumbra, que parecieran que caracterizan algunos asuntos que debieran ser públicos y notorios en este valle. 

El insigne Profesor Mosquito, Alfonso Sánchez García, dejó escrito en su “Historia del Estado de México” que la ciudad premusía de haber tenido en sus céntricos terrenos un “palacio” perteneciente a Hernán Cortés, y al mismo tiempo afirmaba que lo que “palacio” era para darle ínfulas a la ciudad, porque en realidad era un galerón del que ahora nadie sabe dónde se localizaba… unos decían que estaba en lo que hoy es el palacio de gobierno y otros que en espacio que ocupa la sede del Poder Judicial estatal.

El caso es que como ciudad novohispana, Toluca nomás no destacó. Baste decir que fue hasta el año de su majestad de 1799, 277 años después de su fundación española, que San José de Toluca o Toluca de San José —los historiadores no se ponen de acuerdo— obtuvo la categoría de ciudad por disposición del entonces rey Carlos IV de España, de la familia de Los Borbones.

Por allá de 1831 se convirtió en capital del Estado de México, no sabemos si con el  nombre de Toluca de San José o San José de Toluca —los estudiosos no se ponen de acuerdo—, pero lo que si sabemos es que 30 años después pasó a llamarse Toluca de Lerdo, en honor a Miguel Lerdo de Tejada —en eso tampoco se ponen de acuerdo los historiadores—, que ni a calle llega.

Y lo que es peor: a San José no se le hace una fiesta así, digna de una ciudad que se precie de recordar a su santo patrono. Entre otras cosas porque no se recuerda al santo patrono, a diferencia de las pachangotas que hacen en Aguascalientes por San Marcos o la Feria de San Francisco, allá en Pachuca. O la Feria de León, que recuerda la fundación de la ciudad. Hasta la feria de mi pueblo es más distinguida (disculpen la falta de modestia del arriba firmante).

Ahora que también la cosa es que el santo patrono tampoco parece hacer mucho por la ciudad, a la que algunos quieren menos que a su bolsillo… ahí está el señor que aparece en un video robándose tranquilamente una banca de hierro forjado en pleno Paseo Colón a plena luz de la mañana: primero su peculio y después el poco patrimonio público de la ciudad. Ahí los autores sí se ponen de acuerdo: a Toluca le faltan defensores. San José entre los faltistas.

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