¿Qué es más vergonzoso?: ¿que el expanista y ahora morenista, Manuel Espino, critique a Ricardo Anaya por su calidad moral o que Diego Fernández de Ceballos acepte que su candidato negocia con el gobierno para que no gane el puntero en las encuestas?
Pues ni uno ni otro. El trasfondo es el interés político. Disponer, decidir, mandar. Tener poder y tener el poder. El poder de controlar.
Lo que vemos a estas alturas de la campaña rumbo a la presidencia es la acción de lo inverosímil con tal de evitar el fracaso de perder el poder.
La política no es desinteresada y sus intereses son particulares y de grupo; están por encima de los intereses generales o públicos.
Alguna vez dijo el escritor peruano Mario Vargas Llosa que “la política saca a flote lo peor del ser humano”.