Las maestras y los maestros son parte central del sistema educativo nacional y hacen de la escuela un espacio que favorece la igualdad, ante el hecho de que las tecnologías de información y comunicaciones no están al alcance de todos los alumnos, dijo Carlos Escalante Fernández, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, quien sugirió fortalecer el aprecio social por el trabajo del magisterio, que año con año saca adelante el ciclo escolar.
En el Día de las Maestras y los Maestros, el historiador de la educación aseguró que estos han sido constructores del sistema educativo nacional, que tiene una matrícula en educación básica más grande que la población de algunos países.
Pidió que además de reconocer a los docentes que tienen una trayectoria ejemplar, se reconozca asimismo a los maestros de banquillo, los que han pasado 30 años o más en las aulas.
Como una manera de evitar el olvido de las exigencias del trabajo docente, el investigador sugirió ubicar precisamente a los docentes en su trabajo cotidiano, que es de suyo muy complicado, pues lejos de ser solo transmisores de conocimiento, son constructores de emociones y de sentimientos.
La mayor parte de quienes integramos la sociedad mexicana hemos podido movernos en la sociedad porque fuimos atendidos por maestras y maestros, una parte de los cuales han trabajado sin tener las mejores condiciones laborales y salariales, consideró.
Hoy, que niñas y niños son más inquietos, hay políticas de inclusividad y distintas condiciones, pero la tarea docente es más difícil todavía, afirmó Escalante Fernández, quien señaló que la heterogeneidad del magisterio ha sido una característica desde los tiempos en que solo había una red de escuelas, en el último tercio del siglo XIX.
En el magisterio ha habido y hay diversidad de género, edad e incluso de percepciones religiosas, e institucionalmente hay políticas educativas que incluyen la evaluación, además de percepciones que generalizan un modelo único, pese a que cada escuela tiene su propia historia y problemáticas, apuntó.
Se comparten el mismo calendario escolar, los horarios y el plan de estudios, pero a la educación le dan su toque las maestras y los maestros, los niños y niñas, así como los padres de familia, cuya tarea no se suspende cuando llevan a sus hijos a la escuela, pues incluye estar atentos a las tareas y a los comentarios cotidianos de los pequeños.
Para el investigador especializado en educación indígena y estudioso de las campañas de alfabetización, el magisterio es como todas las profesiones, que forman con aspectos básicos, pero solo se encuentra el sentido de ese ejercicio al enfrentar la situación cotidiana.
Admitió que hace falta investigación sobre el aprecio social hacia el magisterio, el cual, consideró, se construye históricamente y cambia con la sociedad; hoy, que hay medios de comunicación, tecnologías e internet, el papel del maestro no es el del sabio de hace décadas, porque sus alumnos manejan un dispositivo que les da un mundo distinto.
La tarea docente abarca un campo mucho más amplio y por eso el país necesita del trabajo de maestras y maestros tanto como de la escuela, pues todavía no hay nadie ni nada que sustituya a unos y otra, asentó.