La presencia de contaminantes como el dióxido de nitrógeno y partículas contribuyen a un incremento en el riesgo de mortalidad por COVID-19, según un estudio realizado por la Comisión Ambiental de la Megalópolis, que integró a 20 ciudades, aunque se aclaró que la contaminación no es la principal fuente de riesgo.

Horacio Riojas, director de Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud Pública, indicó que la exposición a la contaminación crónica y aguda disminuye la capacidad de respuesta inmunológica.
Así se dijo durante la presentación del programa “Calidad del Aire y Festejos de Navidad y Año Nuevo”, en donde se dijo que durante esta temporada seca- fría del año en el estado de México y la Ciudad de México se presenta un pico de gases de dióxido de nitrógeno, azufre y partículas PM10.
Debido a la falta de lluvia y a una inversión térmica, que sirve como una tapadera en el Valle de México para que los contaminantes estén presentes durante varias horas en el ambiente.
Autoridades de la Comisión Ambiental de la Megalopolis y la Secretaría de Medio Ambiente, informaron que las principales fuentes de emisión de contaminantes en este fin de año son: la quema de fogatas, llantas, maderas o residuos.
Así como la quema generalizada de cohetes y fuegos pirotécnicos, incendios forestales, quema de pastizales y la emisión de vehículos a diesel, situación que se agrava por las fiestas de fin de año.
Víctor Hugo Páramo, coordinador ejecutivo de la Comisión Ambiental Ambiental de la Megalopolis, reiteró que es durante los meses de diciembre y enero cuando se decretan contingencias ambientales por la presencia de partículas PM10.
Entre los efectos que pueden generar a la salud este tipo de contaminantes son a corto plazo infección en ojos, nariz y garganta, dolores de cabeza y reacciones alérgicas, infecciones en las vías respiratorias, influenza y COVID.
Mientras que a largo plazo enfermedades respiratorias de tipo crónico, cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y daño al sistema nervioso central.
Padecimientos que le cuestan al sector salud un gasto anual del 2.6 por ciento del Producto Interno Bruto o bien el 20 por ciento del presupuesto del sector salud.