El auge mundial de los teléfonos inteligentes ha traído la debacle a industrias que antes eran punta de lanza como la fotografía y la relojería.
¿Quién de los actuales jóvenes lleva consigo una cámara fotográfica o un reloj cuando sabe que en su teléfono portátil puede disponer de ellos?, ¿que incluso a través de aplicaciones informáticas está en posibilidad de editar fotos o de habilitar alarmas que le recuerden la hora?
La industria del reloj en particular, es la que menos se ha negado a dejarse morir y ha creado relojes inteligentes que cuantifican la actividad física individual, desde el número de pasos dados hasta calorías quemadas.
Lo malo de estas tecnologías es el precio. Está dado en miles de pesos. Esto también lo saben los delincuentes y para enterarse qué aparato traemos y acceder a ellos recurren a una pregunta para la cual no ha habido cambio alguno: ¿me puede decir la hora?
