Medidas del semáforo epidemiológico se rompen durante las horas pico en transporte público

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Cuatro de la mañana, es hora de un buen baño, o bien, el aseo necesario y buen tiempo para encender el motor de la circulación y la movilidad para la sociedad, no es una época común y a pesar de llevar poco más de 5 meses sin que el transporte público traslade a las personas en la cantidad que lo hizo los primeros meses del año, la sociedad aún no se acostumbra a la nueva cultura de prevención por la pandemia mundial de Covid-19.

Ya es la hora pico por la tarde y en esta ruta, donde no hay cámaras, donde no hay supervisores, no hay razón para que el operador impida que el usuario suba hasta llenar a tope el autobús, casi como en sus mejores tiempos, sin dejar asientos vacíos, es más, sin dejar el pasillo vacío. (Foto: Manuel Luna).

Siete, ocho de la mañana y la hora pico matutina transcurre en cierta medida sin contratiempos ya que a pesar de que los niños regresaron a clases, ellos no viajan todavía y no hay aglomeraciones.

Durante el medio día el transporte público parece respetar la disposición que marca el naranja del semáforo epidemiológico anunciado desde el 20 de julio, 80% de su capacidad en autobuses, minibuses y vagonetas.

El usuario, dispuesto a viajar a su hogar después de la jornada laboral, comienza a aglutinarse en las paradas obligadas, y en las no tan obligadas, ya que el respeto de los paraderos siguen siendo otra historia, el primer autobús no se detiene, el chofer sabe que su ruta es por el interior de parque industrial, donde las cámaras delatarían los abusos en la velocidad y en la capacidad del pasaje, así que prefiere evitar multas para él y para la empresa de transporte.

El siguiente autobús no tiene empacho en darle acceso al usuario, quien después de recibir su cambio, toma un poco de gel para las manos, y que bueno, porque la unidad anterior ya no traía, y se notaba que no hicieron el esfuerzo de cambiarla, seguramente el chofer pensó que una botella le duraría para toda la pandemia.

Ya es la hora pico por la tarde y en esta ruta, donde no hay cámaras, donde no hay supervisores, no hay razón para que el operador impida que el usuario suba hasta llenar a tope el autobús, casi como en sus mejores tiempos, sin dejar asientos vacíos, es más, sin dejar el pasillo vacío.

La cara, o mejor dicho, la mirada de 5 de cada 10 pasajeros lo dice todo, la desaprobación al mirar que el de al lado no porte cubrebocas, o que el que va con la mirada en la ventanilla lo lleve debajo de la mandíbula o colgado de una oreja, pero es la única manera que permite la economía para poder trasladarse.

Ahora que si la economía lo permite, en su mayoría, los taxis cumplen con la norma de máximo tres personas, porque así ha sido casi siempre de acuerdo al modus de viajero del usuario, porque hablar de los taxis colectivos, como dije antes, esa… esa es otra historia.

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