“Mercadito del Trueque” de Otzolotepec prevalece ante el paso del tiempo

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Los jueves y domingos la calle Nicolás Bravo de Villa Cuauhtémoc, cabecera municipal del municipio de Otzolotepec, es el escenario de una de las tradiciones prehispánicas que aún perduran en nuestro país; se trata del “Mercadito del Trueque”.

“Mercadito del Trueque” de Otzolotepec (Foto: Manuel Luna).

Esta forma de comercio que se fue perdiendo a través de los años en este territorio conocido como México, aún se practica por un reducido número de personas que se han empeñado en mantener esta tradición, cOmo nos cuenta la señora Cleotilde Roque Prisciliano.

“Este es un lugarcito que hemos peleado mucho, porque aquí trae su mercancía de uno, y lo intercambiamos, porque muchas personas no tenemos la economía de comprar las cosas, o algo así; o a lo mejor, también una ropita de segunda nos traen zapatos en buen estado, también nos cambian cosas de despensa, lo que es la sopa, el frijol que ocupamos en la cocina. Muchas abuelitas a veces no tienen dinero, entonces nos cambia con nuestros honguitos, con las servilletas, con los quelites que traigamos”.

La señora Cleotilde conoció esta vida desde muy pequeña, cuando de niña, acompañaba a su tía para intercambiar sus productos.

“Yo tengo mucho tiempo aquí vendiendo, ya casi 43 años, hongos, de todos los quelites, nopales, capulines, ahora sí por temporada que hay, y también traigo mis servilletas, yo lo bordo, lo hago todo, compro la tela y yo lo bordo (…) sí desde que yo era niña quedé aquí, venía yo con mi tía, traíamos té de tabaquillo, prácticamente yo he crecido aquí, creo que tengo más gente conocida aquí que en su pobre casa de usted”.

Y si bien no sabía leer, buscó la manera de aprender, de estudiar para poder entenderse con las personas, pero, además, miró más allá, porque se educó también para entender a las personas con señas, y de esa manera, poder entender mejor a sus clientes.

El «Mercadito del Trueque de Otzolotepec», es un lugar donde la solidaridad y el apoyo mutuo son la moneda de cambio, donde solo se necesita voluntad para ayudar y ser ayudado, pero además, es un recordatorio de que hay otras maneras de vivir, de relacionarse y una forma de preservar nuestras tradiciones.

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