Froylán Calderón de Anda ha sido durante los últimos 15 años un científico errante que, en busca de las causas y la cura de trastornos neurológicos, ha viajado entre México, Italia, Estados Unidos y Alemania.

Junto con su esposa Elsa, y sus tres pequeños, Froylán llegó a Europa para liderar grupos internacionales de investigación, que estudian el desarrollo de las neuronas en el cerebro y buscan combatir patologías de ciertos trastornos como el autismo.
El egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) está al frente del laboratorio de Desarrollo Neuronal del Centro de Neurobiología Molecular (Zentrum für Molekulare Neurobiologie Forschergruppe Neuronale Entwicklung), ubicado entre inmensos parques bordeados de lagos, en la Martinistrasse de la ciudad de Hamburgo, en Alemania. Ahí se gestan algunos de los descubrimientos más relevantes sobre el cerebro humano y están explorando la posibilidad de contrarrestar los efectos asociados al trastorno del espectro autista.
A inicios de este año, investigadores de Alemania y Canadá, encabezados por el mexicano, demostraron por primera vez que el denominado gen TAOK2, del cromosoma 16, es el que contribuye en gran medida en el desarrollo del cerebro. Si este gen no está presente, las neuronas se desarrollan y conectan de manera anormal. “Nuestros resultados nos ayudan a poder predecir cuándo hay susceptibilidad para desarrollar autismo. Con nuevas tecnologías de análisis del DNA de pacientes con autismo, se ha comenzado a entender las bases fisiológicas”, explica en entrevista el doctor Froylán Calderón.
El científico mexicano habló en la víspera del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Cada 2 abril, durante el denominado “Día azul”, se difunden aspectos sobre este trastorno neurológico del que aún se conoce poco, pese a su incidencia creciente en México y el mundo.
El autismo es un trastorno asociado con el desarrollo del cerebro. A nivel conductual se caracteriza principalmente por la dificultad para relacionarse, la alteración de la comunicación y el lenguaje, y patrones de conducta y actividades e intereses restringidos y repetitivos.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de cada 160 niños presentan Trastorno del Espectro Autista (TEA). El mismo inicia en la infancia y persiste en la adolescencia y edad adulta. Este organismo ha alertado que el conocimiento insuficiente y preciso sobre el TEA propicia la estigmatización, discriminación y violación de los derechos humanos de las personas con autismo.
En México la incidencia avanza. La Clínica Mexicana de Autismo (CLIMA), en colaboración con la organización internacional AutismSpeaks, informó en un estudio difundido el año pasado que este trastorno afecta a 1 de cada 300 niños y que cada año se detectan 6 mil nuevos casos.
Este padecimiento que clínicamente comenzó a abordarse hace más de medio siglo, sigue siendo un reto para la ciencia. Hasta ahora no hay cura para el TEA, sin embargo, su tratamiento podría verse beneficiado con los recientes descubrimientos de un grupo de científicos que lidera Froylán Calderón desde Alemania. Los investigadores han hecho aportaciones relevantes sobre los genes duplicados o faltantes en el cromosoma 16. “Conociendo los genes afectados es posible elucidar su función a nivel celular y diseñar fármacos que ayuden a contrarrestar el efecto del gen dañado”, sostiene el investigador.
Producto de los experimentos aplicados a ratones y con material genético humano, Froylán Calderón de Anda y su equipo lograron demostrar que, si remueven el gen, se generan comportamientos similares al autismo. Lo más sorprendente es que estos investigadores tuvieron acceso a material genético humano donde pudieron correlacionar los hallazgos que obtuvieron en los ratones con el de los pacientes con autismo.
En estos pacientes encontraron mutaciones en el gen TAOK2. Estos resultados en su conjunto apoyan la idea de que este gen es importante no solo para el desarrollo neuronal sino también para determinar patologías como el autismo.
En consideración de la comunidad científica es el hallazgo más importante sobre el tema porque abre la posibilidad y genera la esperanza de fabricar fármacos para combatir el autismo.
El responsable de este proyecto, Froylán Calderón de Anda, es un mexicano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Tras realizar el doctorado en Ciencias Biomédicas, también en la UNAM, se trasladó en 2002 a realizar un posdoctorado en la Universidad de Turín, Italia, donde arrancó sus investigaciones sobre el autismo. Cinco años después llegó al Massachusetts Institute of Technology (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, donde continuó estudiando la importancia genética en el desarrollo neuronal usando neuronas en cultivo.
En 2012 cruzó de nuevo el Atlántico, para tomar posesión de uno de los laboratorios medulares del Centro de Neurobiología Molecular, que en 1987 se estableció como el primer centro de investigación básica en neurobiología molecular en Alemania.
Durante cinco años, observar y manipular ratones ha dado valiosos resultados y diversas publicaciones en prestigiadas revistas científicas.
Para sus estudios y ensayos clínicos, el equipo de Froylán ha empleado modelos genéticamente modificados y algoritmos informáticos para estudiar el genoma humano, lo que les permitió identificar el único gen en cuestión.
Apenas en febrero dieron cuenta de sus hallazgos a través de la Molecular psychiatry, publicación internacional que suele difundir artículos de científicos premios Nobel y lo más selecto de la ciencia mundial, donde su texto Altered TAOK2 activity causes autism-related neurodevelopmental and cognitive abnormalities through RhoA signaling, está causando revuelo.
El equipo está complacido. Los audaces científicos nacidos en Egipto, China, India, Alemania y Canadá, pese a las extensas jornadas de trabajo, lograron un hallazgo notable que podría revolucionar los tratamientos para abordar el autismo.
Fuente: newaweekespanol.com