Mis Tigres

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Quiero dejar constancia aquí de que en mis años mozos fui un regular jugador de beisbol. Durante la secundaria practiqué el rey de los deportes, tanto o más que el futbol soccer, el voleibol, el basquetbol, la charrería y cualquier otra disciplina deportiva que se me presentara enfrente. Nunca he sido un jugador de esos de excelencia, pero mis defectos siempre se suplieron con mucho esfuerzo. O lo que es lo mismo, con ganas de agradar al respetable.

El beisbol me llevó incluso a una final de los juegos deportivos de secundarias de algún año de la segunda mitad de la década de los ochentas. Fui tercera base, short stop, catcher, jardinero derecho, central e izquierdo y un sexto o séptimo bat cumplidor. Como mucha gente en mi pueblo, le voy a los Tigres, el equipo creado por el ingeniero Alejo Peralta, el que fuera alto comisionado de la Liga Mexicana de Beisbol, y cuya familia le ha dado empleo a mí y a muchos de mis paisanos.

Los Tigres de México, luego de Puebla y al final de Quintana Roo, hacían pretemporada en Pastejé, a escasos cinco kilómetros de mi solar nativo —nótese qué bonita figura literaria—. Así que la simpatía por el equipo también fue geográfica.

Cuento todo esto que no le importa a nadie porque quiero manifestar mi pesar por la desaparición de los Tigres de Quintana Roo. Su propietario, Carlos Peralta Quintero, se lo anunció a la Liga Mexicana de Beisbol la semana pasada y el equipo lo ratificó este martes, con el argumento de que no están de acuerdo con el cambio de reglas de competencia, que permitirían más extranjeros en la liga, en detrimento de los peloteros mexicanos.

Siendo así, se comprende. Pero no mitiga la amargura de ver cómo se muere un equipo que conquistó 12 coronas y donde jugaron fulgurantes estrellas como Beto Ávila, Chito Ríos, JJ Bellazatín, Matías Carrillo, Luis Polonia, Julio Franco, Antonio Osuna, Aurelio Rodríguez y muchos más. ¡Salve Tigres! ¡Y adiós!

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