Nada ha logrado que atiendan los baches

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No ha habido ningún llamado de atención, ninguna expresión, ningún reclamo, que haya traído consigo respuesta aceptable al principal problema en la conversación pública de hoy: los baches.

Calles en zonas urbanas, vialidades municipales, intermunicipales, carreteras estatales y federales, tienen agujeros de todos tamaños. En algunos casos, vialidades que resultan intransitables y que implican un costo económico en tiempos de traslado y las reparaciones de los automotores dañados.

Y no hay interés. Sí en el discurso, sí en la declaración pública, pero en los hechos no hay trabajos. Los agujeros que antes median 50 centímetros de diámetro hoy ocupan un metro o dos. Los que tenían una profundidad de 10 o 15 centímetros hoy tienen 40 o 50.

Y claro, para suplir la ausencia gubernamental, la gente en las colonias y comunidades hace lo que puede: ponen llantas para avisar del bache, rellenan de tierra, piedras o arena y hasta de materias impensables, como trozos de impermeabilizantes, telas o cualquier otro material que sea útil para tapar los hoyos.

No hay acción de gobierno. Hay una omisión silenciosa y desvergonzada.

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