El negocio de la política

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Más que la oportunidad única de servir, la presidencia de la república continúa siendo un negocio para servirse y de por vida.

Por un lado, el presidente recibe cada mes 200 mil pesos como salario, más prestaciones. Ese dinero se convierte en ahorro pues no gasta en hospedaje, alimentos ni transporte público, igual que los integrantes de su familia.

Además, tiene a disposición personal de limpieza, chefs y choferes y por supuesto, elementos de seguridad nacional.

Al dejar la Presidencia, el mandatario seguirá con su salario y si muere, la esposa accederá a una pensión vitalicia, más prestaciones, que hoy es de 118 mil 219 pesos mensuales, según  lo que recibe por ejemplo, Sasha Montenegro.

Una vez fuera de Los Pinos, el presidente puede conservar, por ley, a 40 miembros del Ejército y 23 integrantes de la Marina.

La ley debe modificarse. Deben fijarse límites de gastos y hacerlos del conocimiento público.

México y la Presidencia ya no tienen porque ser cuchara grande de la que se sirvan vividores. Ser presidente es servir a la nación con orgullo y honor y recibir un pago justo por ello.

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