Los argumentos más comunes de los fumadores de cigarro es que este producto los ayuda a liberarse del estrés, que los mantiene en un mismo peso corporal y les facilita las idas al baño.
Pero, ¿estas mismas necesidades pueden referir los niños fumadores?, o es que, al igual que los jóvenes, ¿tienen deseos de figurar frente a los de su grupo?
Pues ni una ni otra cosa. El entorno social y las malas amistades son las que alteran el carácter de los menores de edad, lo mismo que su comportamiento.
¿En dónde y cómo viven nuestros niños?, ¿quién o quiénes son sus amigos?, ¿qué tan autosuficientes los estamos creando para que distingan entre lo bueno y lo malo y sepan tomar decisiones?
El índice de tabaquismo en la entidad registra aumento de 12 a 20 por ciento cada año, y el consumo del cigarro está presente cada vez más en niños de 12 años o menos, según las cifras del gobierno municipal.
Proveer información a los niños sobre los riesgos de fumar es la primera responsabilidad para protegerlos de ese hábito que con el paso de los años los fumadores lo defienden y replican.