Nueva forma del agua

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Científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California han confirmado la existencia de una nueva forma de agua: sólida y líquida al mismo tiempo. Es el avance más reciente en el estudio del agua, una sustancia en apariencia simple que puede cambiar a muchas configuraciones distintas.

Esta nueva forma, llamada agua superiónica, consiste en un enrejado rígido de átomos de oxígeno a través del cual se mueven núcleos de hidrógeno con carga positiva.

Esta nueva forma, llamada agua superiónica, consiste en un enrejado rígido de átomos de oxígeno a través del cual se mueven núcleos de hidrógeno con carga positiva. No se sabe que exista de manera natural en ninguna parte de la Tierra, pero podría abundar en partes lejanas del sistema solar, incluyendo los mantos de Urano y Neptuno.

El agua es una molécula simple: dos átomos de hidrógeno unidos a uno de oxígeno. Los tres átomos normalmente están en forma de v. En el hielo que se encuentra normalmente en la Tierra, las ves se conectan en una estructura espaciosa (por eso el agua, a diferencia de la mayoría del resto de las sustancias, se expande cuando se congela). Si se someten a presión, los átomos de hidrógeno y de oxígeno se reorganizan en otras estructuras de cristal; los científicos ahora saben de la existencia de más de doce formas de hielo.

Los teóricos sugirieron por primera vez hace treinta años que el agua superiónica podría existir bajo presiones y temperaturas extremadamente altas. El calor derrite las uniones químicas entre los átomos de hidrógeno y oxígeno. La presión alta mantiene a los átomos de oxígeno, más grandes y pesados, en una alineación cristalina fija —un sólido— mientras que los núcleos de hidrógeno, o iones, fluyen a través de ella —un líquido—.

El hielo superiónico podría ayudar a explicar los campos magnéticos asimétricos y descentrados de Urano y Neptuno, los planetas siete y ocho del sistema solar, conocidos como gigantes de hielo y visitados de manera breve por la nave espacial Voyager 2 de la NASA en la década de los ochenta. En contraste con el campo magnético de la Tierra, que se genera en el centro del planeta, es posible que los campos de esos cuerpos de hielo se originen, en parte, dentro de un armazón de hielo superiónico dentro de sus mantos.

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