Dos semanas después de la elección del 1 de julio de este año, en la que Morena apabulló a los tres principales partidos políticos, PRI, PAN y PRD, René Juárez, que entonces era dirigente nacional del tricolor, dijo el PRI debía transitar hacia la apertura, inclusión, cercanía con la gente y eficacia en la gestión. También recordó el reclamo histórico de la militancia triciolor de una democracia interna para elegir dirigentes y gobernantes.
A tres meses de distancia, el arriba firmante se pregunta qué aprendió realmente el PRI, su militancia, sus dirigentes y los gobernantes y funcionarios emananados de ese partido.
Me lo pregunto a la luz de la decisión de que Alejandra del Moral Vela se haga cargo de la presidencia del PRI mexiquense, acompañada de Ignacio Beltrán, en la secretaría general.
Juárez Cisneros se hizo una pregunta cuando renunció a la dirigencia nacional del tricolor, a mediados de julio pasado: “¿nos cambiaron porque no cambiamos?”
Nada parece haber cambiado en el PRI, al menos en el mexiquense. Las formas son las mismas, los procedimientos fast track también. Lo único ausente en la elección de Alejandra del Moral fue el rojo encendido con el que acostumbran ataviarse los militantes tricolores para los momentos estelares.
Poco deben haber aprendido en el PRI de la estruendosa derrota.
Pero tampoco lo hacen en el resto de los partidos de referencia. El PAN elige a un nuevo dirigente de entre los mismos personajes que han dominado a ese partido desde hace un cuarto de siglo.
Desterrada la autocrítica, olvidada la lección.
