En las campañas

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Las campañas a las diputaciones federales del estado de México y a los escaños al Senado de la república están en marcha.

Los partidos y coaliciones han recurrido a muchos nombres y políticos ya conocidos. Y también han dado lugar a una especie de renovación generacional.

Todos los aspirantes, sin excepción, aseguran que caminarán el territorio de los distritos que quieren representar o de la entidad completa. Pero todos sabemos que noventa días de campaña son pocos para recorrer todas las secciones electorales y, al mismo tiempo, un lapso de tiempo muy prolongado para sostener una campaña electoral. Así que las apuestas son: anuncios espectaculares a diestra y siniestra y presencia permanente en las redes sociales.

Y en este último plano, muchos creen que son una especie de Barack Obama de petatiux. Que sus conexiones sociales les traerán un triunfo apabullante. Se deslumbran por la cantidad de eco que pueden alcanzar en sus cuentas de equis, ye o zeta. Aunque sus estrategas no les dicen que buena parte del eco proviene de pagos a empresas en Argentina o algún país de Europa del Este, donde la ingeniería social les provee de una repercusión artificial.

Porque aunque se llenen de seguidores, nada sustituye al contacto con los electores de carne y hueso.

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