Veo que se están dando muchos golpes de pecho. Y que ven mucho la paja en el ojo ajeno. Que los escandalizan los hechos ocurridos en la elección interna en la que Morena eligió a sus coordinadores distritales, con vistas a la renovación de sus órganos de dirigencia.
Les concedo la razón. En algunos lugares en este país llamado México se dieron hasta con la cubeta, en esa lucha por el poder que para algunos es descarnada y despiadada. En otros lugares se robaron las urnas. En algunos quemaron las papeletas. En muchos otros compraron votos —inducción del voto, le dicen ahora para que no se sienta tan feo— y en otros tantos se los robaron.
Por aquí y por allá, en todos los rincones de la escena nacional hubo anomalías, irregularidades y delitos completos, de los que el diccionario de la democracia a la mexicana ha bautizado sabiamente con nombres rimbombantes como “ratón loco”, “padrón rasurado”, “operación tamal”, “operacion carrusel” y “acarreo de votantes”. Y otras más expresiones más rupestres pero igual de descriptivas, como “compra de votos”, “quema de boletas”, “robo de papelería electoral”, “desconocimiento de funcionarios de casilla”, “intervención de funcionarios públicos”, “boletas faltas”, “amenazas” y “reparto de despensas”, que se engloban en un conjunto de actividades que durante muchos años se llamó “alquimia electoral”. Que hay que decir que era un oficio de mucha reputación.
Pues eso es lo que ocurrió en las elecciones de Morena del fin de semana. En muchos lugares de forma escandalosa.
Y ahí es donde las buenas conciencias se han llenado la boca, han apuntado su dedo flamígero y se han rasgado las vestiduras, para señalar que en Morena son “lo pior de lo pior”.
Sepulcros blanqueados. Los que apuntan a los escándalos y vicios electorales de Morena son integrantes de los mismos partidos políticos que han protagonizado pasajes semejantes, en elecciones internas o constitucionales. Se dan baños de pureza. Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. ¿A poco ya se les olvidó que esas y otras prácticas se hicieron tristemente célebres durante los anteriores regímenes políticos en este país? ¿A poco ya se les olvidó que sus partidos y gobernantes fueron acusados de fraude electoral? Si ya no lo recuerdan, ¡qué poca memoria!
No exculpo a Morena y los morenistas. De ninguna manera. Ocurrieron prácticas para coaccionar el voto. Anomalías en sus diversas denominaciones. Delitos electorales. Lo que quiere decir el arriba firmante es que, en los hechos, son iguales. Incluso en los golpes de pecho. Y ni se diga en señalar al adversario.
Con tal de arribar o permanecer en el poder —por pequeño que esté sea— son capaces de cometer toda clase de lindezas. No se tientan el corazón.
Tampoco son diferentes sus formas ostentosas de escandalizarse de las indecencias ajenas.
Podrán tener distinto color —o ideología, los que la tienen—, pero en el fondo son iguales.